La caficultura colombiana tiene abonado camino para la paz
Sin terminar aún sus estudios de bachillerato, que cursa en uno de los resguardos indígenas del municipio de Riosucio en Caldas, la adolescente Juliana Trejos tuvo la oportunidad de participar en el pasado Congreso Nacional de Cafetero y le mostró a la dirigencia de este sector cuál es la visión que tienen los jóvenes de la actividad y del sector agropecuario.
La muchacha hace parte de los cerca de 50.000 jóvenes que se benefician del programa de educación rural "Escuela Nueva”, del Comité de Cafeteros de Caldas, que se implementó hace más de 30 años, ha sido adaptado y aplicado en Vietnam, y podría ser una herramienta útil para extenderla en el campo colombiano en un escenario de posconflicto.
La voz de Juliana se oyó en la reunión anual de la caficultura, con una consigna clara: la juventud campesina está lista para ofrecerle su alegría, entusiasmo, capacidad creativa a esa actividad agrícola.
El mensaje entusiasta de la estudiante constituye una esperanza para la caficultura, que en épocas de cosecha acusa la falta de mano de obra y desde hace algún tiempo advierte de la necesidad de que se produzca un relevo generacional que garantice la permanencia en el tiempo de esta actividad agrícola (ver gráficos).
90 años de experiencia
Pero el modelo de "Escuela Nueva” es apenas una de las iniciativas que la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), que cumplirá 90 años en 2017, ha desarrollado para favorecer a los productores del grano y que puede ser susceptible de implementación y expansión en el campo colombiano, como fórmula para fortalecer y apalancar los acuerdos de paz suscritos con las Farc.
Elsa Ramírez, coordinadora del Programa de Educación del Comité de Caldas, manifestó que los jóvenes del campo tienen muy pocas oportunidades para acceder a la educación secundaria y menos a la superior. "Una familia cafetera tiene ingresos muy bajos y con esos recursos es muy difícil enviar a los hijos a la universidad, pero gracias a esta alianza a los padres les cuesta cero pesos porque se financian las matrículas y los costos educativos, sin importar la actividad agrícola o pecuaria que se desempeñe”.
A su turno, Carlos Armando Uribe, director de Asuntos Gremiales de la FNC, consideró que de cara al posconflicto sería propicio acoger los esquemas de participación que aplica la institución, los cuales permiten a los afiliados hacer sentir su voz, en proceso democráticos como las elecciones cafeteras.
También resaltó que el gremio "toca todos los procesos de la cadena vinculando desde los sembradores hasta los consumidores. En esto hay una experiencia muy profunda en temas de tecnología, comercialización, promoción y publicidad, y esto es un referente para otras zonas o cultivos que hay en el país”.
Adicionalmente, comentó sobre el trabajo en equidad de género que desde hace algún tiempo incorporó la FNC, y el hecho de que Juliana a sus 15 años se declaren decidida a capacitarse, y llevar lo aprendido a su comunidad, es seña de que se están dando logros.
Uribe agregó que el manejo y administración de millonarios recursos que ha gestionado el gremio a lo largo de su historia. "Eso ha significado transparencia, eficiencia y resultados, por lo que la FNC podría ser un gran operador en términos del posconflicto”.
Más avances
Además de los logros educativos que aprovecha Juliana en una apartada zona rural de Caldas, Uribe no dejó pasar la ocasión para exaltar los logros del programa "Colombia cafetera sostenible”.
"Ese ejercicio se realizó con el Comité de Cafeteros Cesar-Guajira, donde 600 familias que salieron de sus predios por el conflicto, el café las hizo volver”, comentó el dirigente, al precisar que esa experiencia involucró a pobladores de Codazzi, Chiriguaná, Becerril, Curumaní y La Jagua de Ibirico.
Esa apuesta, ejecutada en 2012, tuvo el apoyo de la Embajada del Reino de los Países Bajos, la Fundación Douwe Egberts, Solidaridad Internacional, la inversión sumó 8.989 millones de pesos.
De la mano de las autoridades locales y la FNC se lograron, entre otras cosas, la conformación de más de 30 Comités Veredales, 347 fincas obtuvieron con la certificación agricultura sostenible UTZ, se renovaron cafetales y se sembraron más de 940 hectáreas de cultivos de pancoger.
"Esas son zonas que ya arrancaron, tienen paz, tranquilidad y desarrollo. Obviamente, hay sitios donde son muchas las necesidades. Visiono a esos lugares con las necesidades básicas satisfechas, pero también me imagino a las regiones cafeteras más desarrolladas con una proyección diferente: más empresariales, con mayor valor agregado y con más volúmenes de exportación”, añadió.
Largo plazo
Pero mientras Juliana obtiene sus grados y saca adelante el proyecto cafetero que tiene en mente para ella y su familia, el gremio de los productores del grano tiene definida su meta al año 2027: que la caficultura sea sostenible.
"La meta es ambiciosa, pero si hay un país capaz de lograrla es Colombia”, afirmó el gerente Comercial de la FNC, Felipe Robayo, quien insistió en que existe toda una base institucional para cumplir los propósitos trazados para los próximos 10 años.
"El mundo nos va a pagar por ese valor agregado. Nos queremos centrar en la familia cafetera como unidad, cuál es su ingreso, cómo la situación del café la afecta y si eso la hace sostenible”, anotó Robayo.
La implementación de la estrategia comprenderá la valoración integral de los ejes socioeconómico, institucional y ambiental de la caficultura, verificando que se ejecuten las mejores prácticas en toda la cadena de comercialización del grano.
Pese a lo complejo y ambicioso que resulta ese plan, Juliana está convencida de que para su futuro en el campo aprovechará la estrategia, pues le servirá para aplicar los conocimientos que está adquiriendo y que tienen que ver con fortalecimiento de competencias y valores como el liderazgo.
En la actualidad, ella es la gobernadora estudiantil (denominada así para adaptarse a la cultura indígena de los resguardos que hay en su vereda), y es el puente entre los estudiantes y los docentes, y es gestora de las actividades en el colegio, donde diseñó una idea de negocio con objetivo, justificación, plan de producción, cronograma, costos y gastos y plan para verificar su rentabilidad.
Fuente: El Colombiano
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