Tema del día: "En el campo, el banco tiene que ir al productor"

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El economista Dairo Estrada llegó en noviembre de 2018 a la presidencia del Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, FINAGRO, un banco de segundo piso, es decir, que irriga recursos al Banco Agrario y la banca privada a través de figuras como el llamado redescuento, para que sean esos intermediarios los que ofrezcan productos como el crédito al sector agropecuario.

En entrevista con este diario, el funcionario celebró logros como el aniversario número 30 de la entidad, que se cumplió este mes, y las cifras récord en colocaciones de crédito en 2019: $19,2 billones, que representaron un crecimiento de 26 % respecto al año anterior, así como el dinamismo de la participación de la banca privada, que ha venido aumentando su aferra para los productores. La inclusión financiera y el crecimiento del PIB agropecuario impulsado en el crédito están entre los retos que dice tener para su gestión.

Lleva más de un año en el cargo. ¿Qué logros o cambios destaca de este periodo?

FINAGRO está cumpliendo 30 años, fue creado con la Ley 16 de 1990. Durante esta trayectoria ha sido el principal gestor de la política de financiamiento, que funciona mediante un mecanismo en el que los intermediarios financieros compran títulos de desarrollo agropecuarios. Con esos recursos se pueden hacer operaciones de redescuento: un tras lado de recursos hacia los bancos que otorgan el crédito agropecuario, principalmente el Banco Agrario. El año pasado fue récord en colocaciones de crédito en FINAGRO: más de $19,2 billones en más de 410.000 operaciones, equivalentes a un crecimiento de 26 %, que nunca habíamos tenido. Lo atribuyo a que hemos hecho cambios de política que permiten flexibilización del crédito.

¿Como cuáles?

A través de la Comisión Nacional de Crédito, ente regulador de la política, ha habido cambios importantes, como la ampliación de los plazos de las líneas de capital de trabajo, es decir aquellos créditos para garantizar el sostenimiento de los cultivos, para el pago de las nóminas y, en general, para que las inversiones continúen de manera fluida. Ese plazo se cambió de dos a tres años. Creo que eso dio dinamismo al crédito. También creo que se ha visto influenciado por la política de subsidio de tasa de interés que viene adoptando el gobierno del presidente Duque. El crédito en condiciones FINAGRO es en condiciones de fomento, es decir, las tasas más bajas del mercado, pero además el Gobierno da un subsidio de tasa de interés para que se pague a tasas aún menores, más favorables para los pequeños productores. Y creo que el sistema financiero tiene cada vez mejor estructurado el financiamiento al sector agropecuario, que se está volviendo más atractivo. Hay unos bancos más dinámicos llevando financiamiento al campo.

Estando en el Banco de la República, a partir de estudiar el tema, usted y otros autores señalaban que los productores agropecuarios demandan productos financieros, pero no les llega la oferta adecuada. Ahora que está de este lado, ¿cómo ve esa oferta? ¿Qué cambios se han hecho o qué se puede mejorar?

Hay una brecha entre la inclusión financiera rural y la urbana. En la primera hay un rezago porque es más difícil llevar servicios financieros al campo: tenemos problemas de infraestructura, comunicaciones, situaciones geográficas complicadas. La demanda existe, los pobladores rurales quieren acceder al crédito, pero encuentran todas esas barreras que hacen que la colocación de crédito sea más compleja. Hay mecanismos que nos han ayudado, como la tecnología, que permite disminuir costos. La idea es cambiar la filosofía que hay en las ciudades: en el campo, el banco tiene que ir a donde está el productor para disminuir los costos de intermediación que tiene, porque le toca desplazarse a los centros urbanos u oficina más cercana para poder hacer sus transacciones y eso es costoso: salir de la finca e ir a la cabecera es un día de trabajo perdido, algo muy costoso para un productor. Para llevar la operación de crédito al productor, el Banco Agrario está haciendo la tarea a través de tabletas y celulares, para hacer la operación directamente en la finca. Las microfinancieras también vienen haciendo un trabajo muy importante porque es parte de su modelo, en el que los intermediarios ofrecen los servicios en el lugar donde se hace la actividad productiva. Ese es el reto: tener cada vez más instrumentos financieros acordes a las necesidades de los productores y trabajar en educación financiera, en donde también hay un rezago, para que los productores sepan que es una tasa de interés, una garantía, un seguro.

¿Cómo va FINAGRO en materia de aseguramiento?

El seguro agropecuario es una lucha a largo plazo No es fácil llevarlo a los productores porque no hay cultura de aseguramiento; hay que trabajar por el lado de la demanda para que los productores entiendan los beneficios de asegurarse. Destaco del Gobierno que el presidente Duque y el ministro Andrés Valencia han hecho la apuesta de garantizar que haya suficiente oferta de recursos para subsidiar los costos de las primas. El año pasado hubo $80.000 millones para ese fin, para que más productores, principalmente pequeños, puedan acceder a seguros. Por el lado de la oferta también había que trabajar, porque durante mucho tiempo solo hubo una compañía de seguros que tenía oferta de seguro agropecuario. Ahora hay seis que los ofrecen, incluso empresas del exterior.

Fuente: Encuentra la nota completa en el diario EL ESPECTADOR del 28 de enero de 2020.