Para que una vaca mantenga una alta producción de leche, el productor debe agregar a la dieta la suplementación con concentrados, observando cuánto debe suministrar con relación a la cantidad de pasto que ha consumido.
Para establecer este balance, el ganadero debe calcular primero cuánta cantidad de materia seca, MS, puede consumir cada vaca, dependiendo de su peso corporal y de su nivel productivo. Así lo señaló Santiago Junca León, médico veterinario y administrador de la hacienda Colón.
Una vez se tenga esta cantidad, el ganadero debe calcular cuántos kilos de concentrado y de pasto consumirá el rumiante, teniendo en cuenta que la mayoría de alimento que hay que suministrar es forraje.
Si bien el balance depende del modelo de producción, el tipo de bovino y la calidad de pastos, los estudios han demostrado a que mayor cantidad de forraje, se consume menos concentrado, y si se consume más de, se reduce el primero.
Tal como lo muestra la imagen compartida por el médico veterinario, mientras que mucho forraje limita la ingestión de energía y la producción de leche en vacas lactantes, un alto suministro de concentrados conlleva a una reducción en la grasa de la leche, acidosis clínica o subclínica, laminitis y otras complicaciones.
Esto sin contar que el ganadero debe incurrir en mayores gastos para conseguir los concentrados, pues genera mayor dependencia de alimentos no producidos en la finca.
Las gráficas muestran la relación forraje:concentrado y fibra:energía. Foto: Cortesía.
"Cuando se le da pastos con contenidos de FDN más bajos al ganado, eso permite que tenga un pasaje más rápido por el tracto gastrointestinal, principalmente en el rumen, lo que hace que el animal consuma más”, añadió Junca León.
En síntesis, en un cálculo aproximado, los bovinos consumen 70 % de forraje y 30 % de concentrado. Aplicando la fórmula, una vaca que pesa 300 kg y produce 20 litros de leche, debería consumir 11 kg de MS, de los cuales 7.7 kg deben ser pasto y 3.3 deben ser suplementos concentrados.
A esto se suma el análisis que debe aplicarse al pH del rumen, pues este también influye en la relación forraje: concentrado. El pH del rumen oscila entre 5.5 y 6.8, siendo el rango de 6 a 6.5 el ideal para el crecimiento de los microorganismos ruminales. (Reportaje: Uso correcto de concentrados para ganado de leche y doble propósito)
Si el pH desciende por debajo de 5, se debe invertir la proporción y ofrecer 30 % de pastos y 70 % de concentrado. En cambio, si el pH se eleva por encima de 6, se debe incrementar la ingesta de forraje hasta llegar al nivel de acidez adecuado.
"Teniendo en cuenta la calidad del pasto basado en análisis bromatológicos y en cantidad de proteína, energía y fibra, uno calcula la cantidad de MS que puede ofrecer al pasto y luego ajusta al concentrado”, puntualizó.